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Galifornia

Carballino, la familia, los amigos, el pulpo, el cumpleaños de Víctor, la fiesta de la tribu, el tenis con Andrea… Es en lo que pienso ahora, mientras preparo las maletas en California, para irme de vacaciones. Parece un contrasentido hacerlas en California para irte de vacaciones, pero se ha terminado el trabajo y el Real Madrid vuela ya rumbo a Barajas. Las vacaciones, aun estando en Los Ángeles, no siempre son en el sitio donde te encuentras, sino el sitio adonde quieres ir, o volver.

Os hemos ido contado cada día en estas “Crónicas Americanas” la parte que no se ve de nuestro trabajo, las intrahistorias. Y, llegados a este punto, Mario y yo pensamos que hemos jugado un buen partido, a pesar de todas las circunstancias que nos hicieron empezar con un inesperado 3-0 en contra, en los primeros compases contra el azar. Pero nos fuimos recuperando y finalmente hemos llegado al minuto noventa dominando en el marcador. A falta del descuento, que será el vuelo Los Ángeles-Dallas-Madrid, con maletas facturadas… pensamos ganar.

Normalmente, sería Mario el encargado de rematar hoy, pero durante este viaje en el que nos hemos intercambiado los papeles a ratos, por el bien del equipo, me ha tocado a mí hacer el último diario de esta gira. Atrás hemos dejado dos mil quinientas millas de coche, mucha agua, muchos atascos, muchas risas, y también mucho fútbol. Mereció la pena viajar a Las Vegas para ver el Real Madrid-Barcelona a pesar de los 45ºC, la mereció también San Francisco, donde Karim Benzema reapareció para dejar muestra de su excepcional estado de Balón de Oro, y finalmente, también mereció la pena el partido contra la Juventus en Pasadena, donde otra vez Karim brilló y hubo más de 93.000 espectadores, impensable hace unos años para un partido de “soccer”.

En fin, se terminó la gira y también este diario de viaje. Aprovecho para desearos un feliz verano a todos. Dentro de unas horas nos vamos al Aeropuerto de Los Ángeles rumbo a Madrid y luego, vendrán las ansiadas vacaciones. Mario, tú a Croacia, y yo a ‘Galifornia’. Ya podías haber decidido Boston, y nos hubiera quedado un cierre de película.

Columna publicada en Marca el 31 de julio de 2.022

https://www.marca.com/futbol/real-madrid/2022/07/31/62e62c24ca4741bf578b45d2.html

El abrazo

Pocos gestos hay más intensos que un abrazo. Ni siquiera un beso lo supera. Ojalá todos pudiéramos estar en uno al menos una vez al día. No se me ocurre mejor terapia emocional que abrazarte con la gente a la que quieres. No es que esté yo falto de cariño, o puede que sí, pero no importa, no he venido a hablar de mí; lo que me ha empujado a hablar de esto es un entrenamiento de fútbol.

Esta tarde, ayer para ustedes, pude presenciar un sorprendente abrazo entre dos personas, Ancelotti y Bale. Una de ellas decidió separar su camino de la otra hace tiempo, pero el destino, que es muy caprichoso, decidió que se volvieran a encontrar. Es verdad que ahora ya no es la misma relación que era antes; ya no son equipo, ya no tienen los mismos planes, ya no sueñan juntos y, además, casualmente, quien que decidió “dejarlo” fue el que ahora acude en busca de ese abrazo. Lo más sorprendente fue que surgiera de nuevo por ambas partes , como surgen estas cosas, sin planearlo, sin pensarlo, sin prisa, solo porque sí.

Donde hubo amor cenizas quedan, dicen, y el recuerdo de la convivencia feliz, y no tan feliz, de los buenos ratos, de los malos, de los viajes, de las celebraciones, de las derrotas, y de tanto vivido, no se borra así como así. Hace solamente dos meses celebraban juntos y en familia, bailando por ahí en una calle de Madrid, y como alguno de los protagonistas reconoció, “fueron los días más felices para mí”. En fin, las cosas del destino.

Al abrazo de nuestros protagonistas le siguió una distendida conversación que quizás antes no hubiera sido posible, pero que ahora fluía de una forma natural. Puede que hubieran estado hablando así durante horas, pero se terminó el entrenamiento y el resto de la familia también quería su abrazo. El hijo pródigo había vuelto inesperadamente para todos, y lo hizo con un abrazo.

“If you come to San Francisco…”

“Si vienes a San Francisco…”, dice la famosa canción. La verdad es que después de los 40ºC de Madrid y los 45ºC de Las Vegas, encontrarnos aquí con 20ºC de temperatura, climatológicamente hablando, es el paraíso. Pero el partido coincidió con la puesta de sol, y esa agradable veintena de grados se quedó en solo 12. Lo de siempre, ni tanto, ni tan poco.

La foto que ilustra este diario es una muestra de la temperatura que, de repente, nos devolvió al frío en pleno verano, y en California; y no es que Luka Modric hubiera envejecido de repente y se convirtiera en una adorable abuelita tras la primera parte, sino que en el Oracle Stadium, que está al lado de la bahía de la ciudad, hizo frio, ‘rasca’, y el croata, experto en buscar soluciones en el campo, a falta de un gorro de lana o una buena manta, decidió cubrir su cabeza con lo primero que encontró: y fue una toalla.

Con ella en la cabeza, vio desde el banquillo toda la segunda parte disfrazado, pero calentito. Al igual que Modric y su toalla, el espectacular estadio de béisbol de los Giants también se disfrazó para el partido de hoy, y lo hizo de un estadio de fútbol. Un estadio donde la grada hablaba español y “espanglish”, y olía a tacos mejicanos y a “hot dogs” a partes iguales. La música era mariachi, cumbia, reguetón y David Bisbal como representante patrio.

Pero aunque la afición mejicana era mayoría, no todos eran seguidores del Club América. El Real Madrid no conoce fronteras, y entre los mejicanos había más seguidores de corazón blanco que de corazón amarillo. De ahí que los mas aclamados de la noche fueran Karim Benzema, Vinicius Junior y Luka Modric. Pero yo no he venido a hablar de fútbol, sino del frío que Luka y yo hemos pasado, en mi caso por no haberme traído la toalla. Lo dicho: “If you come to San Francisco…” tráete una toalla.

Columna publicada en Marca el 27 de julio de 2.022

https://www.marca.com/futbol/real-madrid/2022/07/27/62e0f5fbe2704e4eb28b457d.html

La resaca de Las Vegas

Pasó El Clásico y dejamos atrás Las Vegas y sus luces de neón para volver a Los Ángeles. Antes, por la noche, Mario y yo estuvimos compartiendo algunas anécdotas postpartido con nuestro compañero Ramiro Aldunate. Mario subió a su habitación a terminar su trabajo y…

Suele pasar en estos casos que alguno propone tomarse una cerveza y la cosa se acaba liando. Se veía venir. Si a ello le añadimos que era noche de sábado y estábamos en Las Vegas, era difícil negarse a dar una vuelta. Ramiro y yo optamos por refrescarnos la garganta en el hall del hotel, mientras esperábamos a Mario.

En ese rato varios aficionados llegaron del partido bien “cargaditos”, hasta el punto de no acertar con la puerta. Y sólo eran las doce de la noche. Incluso vivimos en directo la escena de un taxista que llegó al hotel con un aficionado al que había, literalmente, cargado en las inmediaciones del estadio, donde se lo había encontrado en el suelo y aparentemente con un alto índice de alcohol ingerido. Tras un primer intento de dejarlo en su habitación, su familia optó con muy buen criterio por llevarlo al hospital.

Por momentos parecía que, en lugar de un partido, lo que se había celebrado era el fin de la ley seca. Por fin ya, sobre la una de la madrugada, y cuando Ramiro y yo empezábamos a dudar entre si tomar algo o nada, apareció Mario; fresco, recién duchado y dejando un halo de perfume que ambientaba toda la recepción.

Hablamos sobre el plan a seguir pero, entre que yo estaba cansado y que Ramiro madrugaba para volar a Dallas, dejamos sin plan a Mario, o eso pensamos… Lo cierto es que él ya tenía otros planes y prefirió la compañía femenina a la nuestra. A las 09:30 nos encontramos en el desayuno. Más trabajo, la noticia sobre Borja Mayoral y el Getafe, y de vuelta a Los Ángeles.

Y hoy, hacia San Francisco. De la resaca, como en la famosa película, del protagonista casi ni rastro, si acaso la pequeña siesta improvisada durante el largo y caluroso viaje de vuelta: durante unos minutos, hasta que me di cuenta, me dejó hablando solo. De su noche poco sé, porque ya lo dijo Laporta: lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas.

Columna publicada en Marca el 25 de julio de 2.022

https://www.marca.com/futbol/real-madrid/2022/07/25/62de466d22601dd6128b45c0.html

Y por fin, Santa Mónica

‘Crónicas Americanas’, el diario de los enviados de MARCA a la gira del Real Madrid 2.022.

Tras los buenos días que nos regalaron ayer nuestras maletas, hoy amanecimos con otra gran noticia: por fin conseguimos que la tarjeta sim de AT&T, que la tarde anterior nos privó de una libertad condicional merecida, funcione y nos permita enviar Militaos y “Camaringas”, como aquí le gritan los aficionados latinos a Eduardo Camavinga, lo que a Mario y a mí nos hace sonreír abiertamente, sin posible disimulo.

Con el trabajo de la mañana hecho, decidimos comer en un restaurante vietnamita que tenemos a “fifteen feats” de nuestro hotel: craso error. El plato principal era una sopa de litro y medio, con “noodles”, verduras y gambas, servida en un wok a temperatura ambiente, 40 grados y a las tres de la tarde. ¿Qué podía salir mal? Mario no llegó ni a la tercera cucharada y yo, que no necesito sardinas para beber agua, me la zampé entera. Para templar los sudores, nos decidimos por los postres líquidos: ice frappuccino y ice black coffe; ni así, pero mejor.

Regreso al hotel, trabajo y, tras cinco jornadas maratonianas, sin tiempo para desconectar, nos fuimos de turisteo a la costa por la interestatal 10. Venice Beach, souvenirs, la arena, el mar, la puesta de sol y por fin, Santa Mónica.

Columna publicada en Marca el 23 de julio de 2.022

https://www.marca.com/futbol/real-madrid/2022/07/23/62db71e722601de9268b45ca.html

Los Ángeles, la “María” y Mario.

 

‘Crónicas Americanas’, el diario de los enviados de MARCA a la gira del Real Madrid 2.022.Si para ser buen periodista hay que ser buena persona, Mario Cortegana lo es. Como esto no va de fútbol, me ha cedido su espacio para que sea yo quien escriba este diario de viaje, y, ya puestos a intercambiar funciones, la foto que ilustra esta columna es suya. Dicha cesión o intercambio no sé si es debido solamente a su bondad o también lo hace por liberarse un poco del exceso de trabajo; no había visto a nadie tan ocupado al teléfono desde que coincidí con Jorge Mendes en el aeropuerto de Oporto.

Cada ciudad tiene su aroma, y Los Ángeles huele a Marihuana. No es que nosotros hayamos fumado nada sicotrópico, sino que es increíble que circulando por la ciudad en coche, con las ventanillas bajadas y con el aire acondicionado a tope se nos cuele cada 2 millas un olor tan característico e intenso como el de la hierba del famoso Bob Marley.

A las seis de la mañana sonó la alarma y una hora después nos pusimos en marcha para unirnos al madrugador atasco de Pasadena, en busca del primer entrenamiento de pretemporada de mi compañero Mario; el entrenamiento del Real Madrid fue una hora más tarde, pero antes entrenó Mario, que se puso en las mejores manos. Una vez superadas las pruebas físicas, nos fuimos al entrenamiento de las 10 de la mañana, el que a ustedes les importa, el del Madrid.

El primer entrenamiento de Benzema & Company en la prestigiosa Universidad de UCLA, donde algún estudiante con mala suerte se quedó sin su plaza de parking para que nosotros pudiésemos hacer nuestro trabajo. Vayan desde aquí nuestras disculpas y nuestro agradecimiento a ese benefactor anónimo, a la Universidad y también al Departamento de Policía de Los Ángeles, que por suerte para nosotros, estaba ocupado atendiendo otros asuntos.

Del primer entrenamiento del Real Madrid, además de la vuelta de Karim Benzema y una visita familiar del francés, uno de los protagonistas destacados, como es lógico a estas alturas de pretemporada fue Antonio Pintus. Pero eso ya es hablar de Fútbol y se lo cuenta mucho mejor mi compañero Mario, porque yo de otra cosa no, pero de fútbol tampoco.

Columna publicada en Marca el 21 de julio de 2.022

https://www.marca.com/futbol/real-madrid/2022/07/21/62d8fd3446163f97518b457c.html

 

“Nada es lo que parece”

Una Eurocopa de nombre Euro2020 que se juega en 2021; una ciudad fría como Copenhague, en la que hemos pasado calor y hasta bochorno a ratos; una ciudad donde aterrizamos con mascarilla y en dos días ya se nos ha olvidado la pandemia; una ciudad con un estadio en el que todo parecía estar preparado para una fiesta croata pero la fiesta fue española; ocho mil aficionados contra mil, y ganaron los que eran mil; una afición que pasó del “Morata yo tampoco la meto” al “Ni Messi ni Cristiano, yo soy de Morata”; un partido en el que Unai Simón comenzó mandándonos a casa, y terminó llevándonos a San Petersburgo; un equipo del que llegamos a asumir que podría caer en la primera fase, y en el que ahora confiamos para la final de Wembley del 11 de julio; un equipo que parecía no serlo y que ahora lo es y lo parece; un entrenador serio en sus gestos, que ayer explotaba de felicidad con el abrazo a su cuerpo técnico; un inesperado viaje a San Petersburgo en el que nos mediríamos con Francia y finalmente será Suiza nuestra rival; por un definitivo penalti que se quiso guardar el crack del momento para asegurar, y lo que aseguró fue la eliminación de Francia.

Parece que ahora estamos en el grupo de favoritos y ya estamos planeando el viaje a Londres, pero insisto en que nada es lo que parece, y Suiza se ha cargado a la Francia de Mbappé y Benzema.

Ayer aterrizamos en San Petersburgo donde Suiza se medirá como local a la favorita para ganar esta Eurocopa ¿o no?

Os lo digo como un fotógrafo que en lugar de hacer fotos, está tecleando este texto en un ordenador.

Lo dicho, nada es lo que parece, Euro2020, ¿o 21?

Artículo publicado en Marca el 2 de julio de 2021

 

“En bici, la nueva normalidad”

Es fin de semana y el despertador suena de madrugada, pero esta vez no molesta, hay permiso para salir y hacer deporte.

Con el amanecer, una multitud de ciclistas en su mayoría deportistas amateurs y semi-profesionales, toman las calles. Es el primero de los dos turnos que el Gobierno permite desde el pasado 2 de mayo para hacer deporte al aire libre: de 06.00 a 10.00 o de 20.00 a 23.00; uno u otro, hacer uso de los dos, no está permitido.

De carretera o de montaña no importa, todos coinciden en el gusto por salir, pedalear y hacer ejercicio. A los más “pros”, acostumbrados a esta rutina de bici en fin de semana, les sabe a poco; acostumbrados a rutas largas de 100/200 km, ahora no pueden marcar un punto lejano mas allá del municipio de residencia viéndose así obligados a buscar un recorrido más corto y repetirlo varias veces. La opción del carril bici se descarta, ya que durante el confinamiento entre runners, caminantes, paseadores con perro, y familias con niños, hay demasiada gente y poco espacio para todos.

En el norte de Madrid, uno de los recorridos favoritos por los ciclistas que permite invertir más de 2 horas de pedaleo, lejos de semáforos, coches y viandantes, es Madrid-El Pardo, en su acceso desde la carretera de Fuencarral. Esta carretera ha pasado de ser apenas transitada para este deporte (7 kilómetros de tramo) a convertirse desde el pasado 2 de mayo en un “Tourmalet” de la desescalada, y se pueden contar por varios cientos los ciclistas que la recorren ahora. Lo más pros, pasan varias veces; el resto, con ir y volver se dan por satisfechos. Como ejemplo, la distancia que hay entre la Estación de Chamartín y la subida al Cristo de El Pardo son 15 km, y es una distancia perfecta para que un aficionado medio invierta un tiempo de aproximadamente dos horas de pedaleo entre ir y volver. La zona de El Pardo, zona limítrofe del Municipio de Madrid, es apta además para los dos perfiles ciclistas mayoritarios, asfalto para los rodadores y caminos y monte para los amantes de la bici de montaña. También se puede acceder a El Pardo desde la Casa de Campo, otro de los pulmones de Madrid.

Durante el confinamiento el sector de la bicicleta, es uno de los sectores que mas ha crecido en ventas y no deja de aumentar. Desde que se decretó el Estado de Alarma a mediados de marzo, y debido al confinamiento de la población sin permiso para salir a hacer deporte, las bicicletas estáticas se llegaron a agotar en muchos distribuidores, así como rodillos y otros aparatos para ejercitarse en casa. Ahora, y desde que el Gobierno permite salir para hacer deporte, la venta y uso de las bicicletas de paseo, de montaña, de carretera, plegables, e incluso las eléctricas no para. Tanto para su uso deportivo como si solo se usa para dar un paseo, los ciclistas presumen de las ventajas: un menor riesgo de contagio que caminando, que el uso de la mascarilla no es obligatorio, y también el poder desplazarse a más distancia que caminando.

Quizás uno de los cambios que se produzcan en la sociedad a raíz de esta Pandemia, sea el de que las bicicletas hayan llegado para quedarse, y no solamente para uso deportivo, sino como medio de transporte, como ya sucede en muchos otros lugares. Las ventajas que ven son innegables; ahorro, salud, y cuidado del medio ambiente.

Puede que la bici sea ya parte de la nueva normalidad.

 

Artículo publicado en Marca el 23 de mayo de 2020

https://www.marca.com/ciclismo/2020/05/23/5ec9101246163fb45d8b462a.html

¡Nala no!

Nala se estaba ahogando. Desobediente e intrépida como lo son todos los Beagle, se había lanzado al Manzanares para refrescarse pero ahora no conseguía subir.

Yo, que lucía un cabestrillo que inmovilizaba mi brazo izquierdo por una reciente caída, acababa de recoger del suelo una gruesa rama rota, que alguien había manipulado anteriormente, quitándole los restos de hojas y tallos hasta dejarla “limpia” como una lanza . Me serviría, pensé, para abrirme camino entre ortigas y espinas persiguiendo a mi traviesa Nala en su paseo.

Nala, hizo el amago de descender por una rampa de tierra de medio metro y casi vertical, quizás buscando beber agua en el río, pero desistió tras oír mi enérgica orden:

– ”Nala, ¡no!”

Nala debió de entender que esta vez le tocaba obedecer. Así que le mostré otra opción para mojar su hocico en el río a tan solo 5 metros y sin dificultad ni riesgo, una mejor opción para ella; tras un rato de duda, la duda típica de un Beagle de 2 años ante cualquier propuesta u orden que no incluya comida, Nala accedió y se acercó a beber donde yo le había propuesto.

Ella estaba feliz bebiendo en el río y yo permanecía a su lado con mi obligada pose de Napoleón, mano en pecho, y apoyado en mi estaca satisfecho y orgulloso con mi nueva labor de experto guía canino por haber evitado el riesgo y haber encontrado un camino mejor. La calma había vuelto al paseo, o eso parecía…

En cuanto Nala dio su último lengüetazo en el Manzanares, se giró y veloz como un Galgo, volvió tras sus pasos a la rampa “prohibida”

-“¡Nala! ¡no!”

Y Nala no… Nala no hizo caso,  y de un salto, tras comprender que caminar por esa vertical era imposible (como yo ya había comprendido antes) se lanzó al río y ahora nadaba con la cabeza erguida y con gesto asustado, contra la corriente, e intentando a la vez alcanzar la orilla.

Tras un primer momento de pánico y al ver que ella no sería capaz de emerger en ese lado de la orilla ni remontar hasta un lugar más accesible, comprendí que o la sacaba yo de allí o se ahogaría.

Así que una vez descartadas las opciones de tirarme al suelo y alargar el brazo para cogerla (acción imposible con un brazo en cabestrillo) o el más difícil todavía que suponía lanzarme al agua, usé a la desesperada y con bastante poca fe, la única arma que tenía a mano, la rama que me había encontrado minutos antes. Pensé que se podría asir a ella con sus dientes y yo tiraría de ella para acercarla a la orilla y sacarla del río. Pero no fue así, Nala solo muerde cuando hay comida, y ese palo no parecía muy comestible.

Por un momento miré a mi alrededor buscando ayuda, pero constaté que estaba solo y de nada me serviría pedir socorro. Nala mostraba cada vez más angustia y ya solo veía de ella su hocico y sus ojos; el resto de su cuerpo, orejas incluidas, o bien estaba luchando bajo el agua o simplemente, no podía emerger.

Así que insistí con el palo, no para que lo mordiese, esto ya había fallado, sino buscando introducirlo entre su cuello y su collar y ahora sí, esto funcionó. ¡La tenía!

Así que tiré con fuerza mientras caminaba por la orilla y río arriba, hasta que por fin conseguimos acercarnos y con el palo haciendo de grúa y la fuerza y ganas de Nala por salir de allí, quizás el agua estuviera un poco fría, Nala dejó el río y posó sus patas en tierra firme.

El peligro había pasado. Como agradecimiento a mi esfuerzo, Nala, se situó muy cerca de mi y me dedicó una sacudida especial del agua que impregnaba su pelo hasta conseguir empapar toda mi ropa… Quizás me quiso dar a entender si nos mojamos, nos mojamos todos…

Acto seguido, y mientras yo permanecía apoyado en la salvadora rama recuperándome tras lo sucedido, Nala tomó el sendero que se alejaba del río, y caminando alegremente, avanzó un buen rato sin mirar atrás, hasta que decidió girarse y mirarme, pareciendo no entender porqué yo no avanzaba…

Me acerqué, le tomé la foto, y seguimos paseando mientras yo me preguntaba cual habría sido el motivo por el que Nala, desde su salto al río no se dejó arrastrar por la corriente: ¿Instinto de supervivencia? ¿Rebeldía innata de Beagle? ¿No querer alejarse de su dueño? Y pienso que quizás el motivo sea una mezcla de todo lo anterior.

Me sentí muy feliz por haberla salvado; soy su héroe, aunque ella no lo sabe, y a mí, no me importa.

 

 

“Del Lega”.

Celebración

Celebración

 

Fue durante la temporada pasada, antes del ascenso, aunque no recuerdo el momento exacto en que mi sentimiento de camiseta, que hasta ese entonces era rojiblanco, tornó blanquiazul; pudo ser cuando conocí a Mantovani y Szymanowski, pudo ser cuando tuve la suerte de compartir mesa con Asier Garitano y Luis Sánchez Duque, pudo ser cuando conocí a Serantes; pudo ser cuando conocí a “la presi”; pudo ser cuando conocí a Dani, o cuando conocí a Roque; pudo ser cuando sentí vibrar a Butarque en los playoffs de ascenso; pudo ser cuando se ganó en Anduva; o pudo ser esa misma noche, en la fuente de Plaza de España a las 4 de mañana… O quizás fue durante todos y cada uno de estos momentos. No fue un flechazo, fue poco a poco; en silencio y desde abajo, como lo hace Martín, el capitán argentino de pelo azul.

Gracias Lega por despertar en mi este sentimiento futbolero; os prometo fidelidad, aunque no eterna: solo mientras dure el amor.